martes, 12 de junio de 2012

LAS PRIMERAS AZAFATAS

Durante las primeras décadas del siglo XX, los aviones no eran muy populares para realizar turismo a pesar del enorme apogeo que experimentaba la aviación gracias a los avances de la tecnología.
 En los primeros años de la aviación comercial la compañía inglesa Imperial Airways tuvo en las cabinas de sus aviones lo que denominaban 'cabin boys', auxiliares de vuelo masculinos
La primera asistente de vuelo de la historia tenía 25 años de edad y se registró con el nombre de Ellen Church (de profesión enfermera). Ellen Church, una apasionada de la aviación, se dirigió a Steve Stimpson de la Boeing Air Transport (BAT), en busca de trabajo. Stimpson, que regresaba de un largo viaje en avión, se había percatado de la necesidad de personal en cabina, y acababa de persuadir a sus superiores para contratar a tres "cabin boys" cuando recibió la visita de Church el 23 de febrero de 1930.


Tras varias reuniones entre Stimpson y Church, sugirieron a la dirección de la empresa que las enfermeras podrían ser la tripulación auxiliar más idónea, ya que en caso de incapacitación de un piloto, ellas podrían prestar las atenciones médicas más apropiadas, así como la mejor asistencia a los pasajeros en caso de mareo o miedo a volar. La Boeing, que entonces no sólo era fabricante de aviones sino también compañía aérea, en principio dudó de la propuesta, pues consideraba que la mujer no era apta para volar regularmente debido a sus alteraciones hormonales derivadas del periodo, pero tras considerar los argumentos decidió contratar a ocho enfermeras (The Original Eight o The Sky Girls), entre ellas la misma Ellen. Cobraban 150 dólares por 100 horas de vuelo al mes.
 

Así, el 15 de mayo del 1930 se convirtió en la primera azafata de la historia, en un vuelo entre Oakland y Chicago a bordo de la aerolínea Boeing Air Transport (predecesora de United Airlines) con una travesía de 20 horas con 13 escalas.
Los requisitos para ser parte de la tripulación eran muy estrictos: además de ser enfermeras registradas, las azafatas tenían que ser solteras, menores de 25 años, pesar máximo de 52 kilos y medir menos de 1,62m metros. Ellen dejó de volar después de 18 meses a causa de un accidente de coche y se dedicó a la enseñanza de enfermería en la Universidad de Minnesota, pero tras el estallido de la Segunda Guerra Mundial volvió a volar como capitán en la "Army Nurse Corps Air Evacuation Service", recibiendo la "Medalla del Aire" por sus servicios en el norte de África, Sicilia, Inglaterra y Francia.






Las nuevas asistentes de vuelo, que acabarían llamándose "stewardesses", pronto se convertirían en parte integral de la industria aeronáutica, Las demás compañías aéreas empezaron a contratar enfermeras para sus vuelos, así lo hizo United Airlines en 1930. El requerimiento de tener un título de enfermería se relajó al comienzo de la segunda guerra mundial, cuando la escasez de enfermeras debido a las necesidades del conflicto bélico internacional hizo que se fueran contratando a otro tipo de titulaciones.
En España, el 22 de septiembre de 1946, despegó del aeropuerto de Madrid-Barajas un Douglas DC-4 de Iberia, avión con el que cruzaba por primera vez el Atlántico en un interminable vuelo de 36 horas con varias escalas. También fue la primera vez que volaron azafatas, ya que hasta entonces no existía esa figura.


Se barajaron entonces varios nombres para bautizar la profesión: aeroviarias, aeromozas, provisadoras, mayordomas y azafatas y finalmente se decidió revitalizar este arabismo, azafata, que posee una etimología curiosa. Las mujeres musulmanas del Al-Ándalus que pertenecían a las clases adineradas poseían esclavas a su servicio que denominaban "azafatas", debido a que ellas eran las que custodiaban y ponían a servicio de su señora una especie de bandeja que contenía joyas. A dicha bandeja se le denominaba "Safats". Las mujeres al servicio de las reinas de España eran denominadas azafatas y camarista,. así que  ‘camarera de la reina’ se retomó en España para referirse a lo que en otros países llaman ‘aeromoza’. Hoy esta palabra se ha sustituido por “Tripulante de cabina de pasajeros” o “TCP“.
 
La tripulación de aquel primer vuelo de Madrid a Buenos Aires estaba integrada por tres comandantes, un navegante, un mecánico, un radio segundo y cuatro azafatas: Marichín Ruiz de Gámiz, Pilar Mascias, María José Ugarte y Anita Marsans.


En aquellos primeros vuelos, los pasajeros estaban obligados a subir a una báscula antes de subir al avión. Había que pesarlo todo, el equipaje de mano, las maletas y al propio viajero: en esto de volar siempre ha habido un trámite. A los viajeros de provincias que llegaban a Madrid para tomar el vuelo a América, la compañía les proporcionaba una noche en una pensión cerca de la Plaza de Cánovas, donde se encontraba la sede de Iberia. Y por si fuera poco, todos los pasajeros tenían que preparar la documentación la víspera de su viaje y debían presentar el pasaporte y un certificado médico en las oficinas de la aerolínea para rellenar unos formularios que, posteriormente, se mostraban en los consulados correspondientes de cada escala.


Cuando subían los pasajeros a la nave, repartían un folleto en cuya portada aparecían jóvenes españolas ataviadas con trajes regionales y en el que se aconsejaba “por galantería” no fumar en pipa o cigarro puro para evitar molestias a sus vecinos “y sobre todo, a sus vecinas”. Además del folleto, los pasajeros recibían una cajita de cartón con pollo frito, tortilla española, huevos duros y un bombón. Para terminar, se servía, en taza de loza, Nescafé con agua de termo.


El precio del trayecto era de 7.250 pesetas (unos 40€), una barbaridad para la época y, en los primeros vuelos, la ocupación fue del 90%. Todo un éxito.


Fue en 1947 cuando se incorpora a la plantilla de Iberia el primer auxiliar de vuelo masculino: Fernando Castillo, convirtiéndose en el primer “Azafato” en España.


Hoy en día, según la Agencia Estatal de Seguridad Aérea, dependiente del Ministerio de Fomento informa que los tripulantes de cabina de pasajeros (TCPs) son los responsables de garantizar la seguridad de los pasajeros en todo momento y especialmente en situaciones de emergencia. Aunque además atiendan a los pasajeros y ofrezcan los servicios disponibles durante el vuelo, los TCPs cumplen con una misión crítica a bordo: velar por la seguridad de los pasajeros, y ayudarles a evacuar la aeronave de una manera rápida y segura si se presentase una emergencia que lo requiriese.

1 comentario:

  1. Me gustó tu post (lo colgaré en mi facebook), tiene muchas curiosidades que desconocía.
    Sobretodo lo de las enfermeras,veo que aunque pasen los años seguimos siendo un parche para todo quisqui, vaya cruz.

    Saludos.

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